La pandemia visibilizó un problema muy profundo a nivel social: la salud mental. En Wine Style Travel hablamos normalmente de experiencias disfrutonas, pero la realidad es que para poder disfrutarlas necesitamos sentirnos bien internamente. Es por ello que decidimos conversar con el prestigioso Doctor en Psicología, Alberto Dupén, para que nos de las claves de la buena vida (emocional y mental).
Glòria Vallès
Alberto Dupén dirige el Instituto Holístico de Asistencia Psicológica en Buenos Aires, Argentina. Su mayor especialidad es el estrés postraumático, y ha dedicado su vida a atender voluntariamente a excombatientes de la Guerra de las Malvinas. Nos conocimos personalmente en 2006 cuando me mudé temporalmente a Buenos Aires, y su visión de la vida y las personas me impactó desde el primer momento.
En una etapa de incertidumbre y conflictos bélicos como los que estamos viviendo, los conocimientos de Alberto Dupén son muy útiles para aplicar al día a día de nuestras vidas relativamente privilegiadas.
¿Nos cuesta disfrutar de la vida como antes, o es que ya no es divertida?
Todo depende de cómo estemos programados. Si disfrutamos a través de los estímulos externos, incluyendo el uso de drogas y otros estimulantes – también las pantallas -, el placer y la alegría están atados a la experiencia. En cambio, si nos motiva estar con las personas, el vínculo se hace más profundo porque lo que se estimula está orientado hacia nuestro interior.
El disfrutar es la experiencia que sentimos, la diversión es la actividad que desarrollamos. Si la disfrutamos sobre la base del vínculo será muy enriquecedora. Mientras que poner el foco sobre las cosas y la instrumentalización de las personas hará que la diversión no se alargue más allá de lo que dure el evento.
Desde la pandemia, se habla de empeoramiento de salud mental. ¿Estamos sufriendo estrés postraumático colectivo?
Somos seres sociales y el aislamiento afectó el estado de ánimo de las personas. Este fenómeno aún está presente, porque muchas actividades que antes eran exclusivamente presenciales pasaron a normalizarse en formato virtual.
Es más cómodo tener una reunión online, evita un fastidioso traslado y contribuye a la optimización del tiempo. Pero la falta de contacto nos lleva al ostracismo social y un gran porcentaje de personas acaba cayendo en círculos de diálogos internos, con su consecuente ansiedad y angustia.
¿Cómo afecta la exposición constante a la información a nuestra calma?
A mayor uso de pantallas, mayor dificultad de intimidad emocional. Con tanto acceso a la información, captamos las malas y/o falsas noticias con avidez y estas dejan su impacto en el cuerpo.
En una sociedad globalizada, cualquier estímulo puede disparar involuntariamente distrés y hacernos sentir desbordados, aún cuando la distancia que nos separa del lugar de la noticia sea muy remota. Esto hace que la mayoría de personas esté en situación defensiva durante el día, repercutiendo desfavorablemente en la alimentación, el tiempo libre y el sueño reparador.
Las noticias negativas inundan la comunicación cotidiana y contaminan el estado de ánimo del ambiente. En lugar de hablar de los temas personales de quienes están presentes en la conversación, se va instalando una comunicación superficial. Así es como se crea un estado de tensión casi permanente por el futuro inmediato.
Existe una sensación generalizada de que la gente está más irascible y malhumorada. ¿Vivimos más enfadados que antes?
¡Cada vez más, percibimos la realidad desde la impotencia de operar sobre ella! Y la realidad que no se puede controlar nos predispone a estar en estado de alerta continua. Esto obedece a varios factores, el principal es la frustración de dedicar muchas horas de vida a obtener logros que, una vez alcanzados, no cubren las expectativas iniciales. El enfado, desde esta perspectiva, oculta un miedo al fracaso o la soledad. Porque el mal humor es la máscara social exterior de la inseguridad interior que tenemos.
Cambio climático, guerras en Ucrania y Gaza, inflación imparable… ¿Es posible ser feliz en un entorno cambiante y amenazante?
La felicidad es un estado de ánimo que alcanzamos cuando nos sentimos plenamente satisfechos por gozar de lo que deseamos o por disfrutar de algo bueno.
En tiempos de estabilidad, ese estado de ánimo dura más. En entornos inciertos percibidos como amenazantes, la actitud se predispone hacia la postura defensiva, que influye directamente en el estado de ánimo de las personas. Lo podemos resumir en el «miedo a lo que vendrá».
¿Entonces es posible ser feliz?
Decididamente sí.
¿Cómo?
A través de la ESPIRITUALIDAD. Lo cambiante, lo conflictivo, la angustia, la ansiedad y el miedo están ligados a lo material, lo que vemos y tocamos, lo tangible; al TENER.
La felicidad la encontraremos en nuestro interior, en las pequeñas cosas, lo inmaterial. El SER que es la esencia y lo que perdura en nosotros independientemente de estar o no atravesando una crisis circunstancial.
Se habla mucho de las personas y relaciones tóxicas. ¿Es sencillo detectarlas?
Las relaciones tóxicas existen ¡porque hay un alto porcentaje de personas que no pueden estar solas!
Los vínculos, y no las personas, son los tóxicos. Pero es más fácil detectarlos de afuera que de adentro. Se puede ver racionalmente, es decir que la persona que está en una relación tóxica sabe que la relación no tiene futuro. Pero la sanación es un camino que se transita a través de los afectos, porque esta forma de relacionarse se asimiló con el modelo familiar durante la infancia, por eso es tan difícil salir del círculo vicioso.
¿Hemos normalizado la ansiedad?
La ansiedad es un mecanismo de defensa natural en el organismo frente a estímulos externos o internos que son percibidos por el individuo como amenazantes, acompañados de un sentimiento desagradable o de síntomas somáticos de tensión.
La difusión de la información ha hecho que lo que antes se padecía en silencio y se ocultaba, por miedo a ser juzgado como vulnerable, hoy se asimile como el tránsito emocional necesario ante un potencial suceso inminente.
La cultura positivista nos inunda: «si quieres, puedes», «piensa en positivo»… ¿Qué hay de cierto y útil en esta forma de ver la vida?
Que es cierto si has encontrado, mediante la introspección, las herramientas válidas para vivir de forma auténtica y lo que expresas sea una consecuencia de tu verdadero estar en la vida.
El dormir es otro gran tema. ¿Qué recomendarías a una persona que sufre insomnio?
Que ponga su atención a dos aspectos fundamentales:
1. El físico. Ese reloj biológico que nos controla cuando estamos alerta, cuando necesitamos dormir, nos indica el momento óptimo para aprender o para hacer una actividad física, e impone ritmos diarios en proceso tan variados como la presión arterial, la liberación de hormonas y nuestro metabolismo.
2. El Psicológico. La preocupación te impide vivir y te roba la vida. El mejor remedio es enfrentar y no huir de los obstáculos, porque tarde o temprano volverán y tendremos que enfrentarnos a ellos.
¿Cómo nos afectan las redes sociales?
Las redes sociales nos han impulsado a un escenario imaginario donde se quiere «vender» el “éxito”. Para muchas personas esa máscara social ha impactado en su forma de ser y vulnerado su identidad. Cada vez más se refuerza la idea de que la aprobación viene de lo que aparento y no de lo que soy.
En esta dinámica de Instagram y TikTok, la autenticidad y la intimidad se van relegando cada vez más. Y, lo que es peor, cada vez las personas piden menos ayuda ante las dificultades por temor a ser “vistas” como vulnerables y se sienten cada vez más solas.
¿Compartir en las plataformas digitales tiene el mismo efecto que hacerlo físicamente juntos?
El compartir un encuentro en forma digital es un recurso para estar comunicados, y en ese acto evocamos una experiencia emocional que hayamos tenido junto a la persona.
Cuando estamos presentes, en cambio, se da un intercambio de sensaciones que sentimos y también sufrimos en el momento. Este sentir da una impronta que queda grabada en nuestro ser.
Nos encanta el vino y el buen comer. ¿El vino afecta al ánimo y la forma de actuar de las personas?
No es lo mismo el vino tomado en soledad que compartido, se generan energías diferentes. Lo ideal es la armonía de la comida y el vino fusionada con la compañía de seres que, además de ser significativos, nos nutran con su afecto y su humanidad interior.
¿Viajar nos hace más felices?
¡Más que el viaje, es la razón por la que se viaja! Asimilamos el viaje con la alegría, con el dejar los problemas en una caja hasta que volvamos, con el tener el tiempo para salir y disfrutar.
La realidad en muchas personas hace que el viaje sea una escapada para alejarse de las tormentas que las acosan. El peligro es que los problemas afloren con mayor intensidad en el destino al que se huye. A modo de ejemplo… fechas conflictivas como las de Navidad se solucionan con un viaje.
¿Tu comida favorita?
Jamón con verduras al horno de barro.
¿Un malbec que no deberíamos perdernos?
De Argentina, Enzo Bianchi Gran Malbec 2020 de la Bodega Bianchi, de Tunuyán y Val de Flores 2019 de la Bodega Rolland, ambos del Valle de Uco en la Provincia de Mendoza.