Cavas Gramona: el sentir de la Naturaleza
Para alguien que ha crecido entre viñedos como yo, pensar en Gramona es inmediatamente pensar en Imperial. Y ha tenido que ser Julia Salsas, fundadora de las ConSentidas, quien me ha brindado la oportunidad de descubrir que Gramona es más que Imperial y Tres Lustros. Es biodinámica, naturaleza, un estilo de vida de sentir el tiempo y vivir en coherencia con el entorno. Por Glòria Vallès
Si algo me enorgullece profundamente en mi carrera profesional es ver cómo, con un granito de arena que hemos ido poniendo cada uno de nosotros, hemos logrado construir un nuevo futuro para el mundo del vino y del cava gracias al turismo.
El vino ya no es aquello que compro en el supermercado o en la tienda gourmet, el vino es un producto que me acerca a la naturaleza, a la agricultura y a un estilo de vida que, si me apetece, puedo vivir aunque sea solamente por un día.
Y así ha sido esta experiencia en Gramona con las ConSentidas, el movimiento que ha creado Julia Salsas junto a otras colaboradoras y que ya mueve a más de 1,200 mujeres en España, para demostrar que efectivamente el mundo puede tener Sentido.
Lluís Prats, director comercial de Gramona, nos ha recibido con los brazos abiertos y las copas de cava bien frío a punto para el brindis. Un día en Gramona – en este caso 29 de Junio de 2017 – lleno de silencio, buenos vinos y ni una gota de Imperial.
Ni tampoco visita a la bodega con barricas, acero inoxidable y despalilladoras. ¡Gracias! Porque el turismo del vino es esto: vivir la experiencia, sentir el paisaje, inspirar el aroma, respirar la pureza. Y no aprender cómo se fermenta una uva… que también, pero eso ya lo podemos leer en Wikipedia.
La actividad transcurre en paz y silencio a pesar de contar con la participación de 30 mujeres con muchas ganas de hablar. Y es que la fuerza de la historia tiene magnetismo y nos hace escuchar mucho y hablar poco.
“RENUNCIÉ A UN TERCIO DE MIS BENEFICIOS PARA ASEGURARLE A MIS HIJOS QUE TENDRÁN VIÑEDO EN EL FUTURO”. XAVIER GRAMONA.
Paseamos por los viñedos de Gramona, cruzamos el establo de los caballos, pasamos frente a la depuradora de agua, y llegamos a una zona tranquila entre pinos y vides, con vistas a la mágica montaña de Montserrat.
Y allí, sin esfuerzo alguno, nos sentamos a meditar. A respirar el espacio y el tiempo. Eso que Gramona domina tan bien, el arte del tiempo, gracias a las cinco generaciones familiares que han ido traspasando la marca y los sueños de unos a otros.
Menos beneficio, más sostenibilidad
Gramona se encuentra en la región del Alt Penedés, a 30 km al sur de Barcelona. El clima es típicamente mediterráneo, de veranos calurosos y secos e inviernos moderados.
Sus suelos son básicamente franco–arcillosos y calcáreos, puntualmente de aluvión, junto al río Noia, y pizarrosos a medida que nos acercamos a Montserrat. Se caracterizan además por la presencia de têtes de poupées, aglomeraciones calcáreas de origen bacteriano, que mineralizan, refrescan y enriquecen el subsuelo y, por tanto, la vid.
Después de trabajar con técnicas tradicionales en el viñedo, y tras una reflexión profunda sobre cuál sería el futuro del viñedo en caso de seguir con las técnicas tradicionales, Gramona optó por el cultivo biodinámico.
“Renuncié a un tercio de mis beneficios para asegurarle a mis hijos que tendrán viñedo en el futuro” nos cuenta un Xavier Gramona pausado y reflexivo, quien se ha unido al grupo al final de la meditación para compartir su visión de la viticultura y la producción de espumosos.
La biodinámica ha implicado la recuperación e integración del universo que compone el entorno – la tierra, el reino vegetal, el reino animal, la influencia de los astros y el ser humano- en el viñedo.
“Nosotros no fuimos visionarios, hubo agricultores que nunca abandonaron el sistema más tradicional de viticultura, mientras que nosotros estábamos dentro de una rueda de enriquecimiento y de creación de marca”.
COMO OCURRE MUCHAS VECES EN LA VIDA, LOS CAMBIOS SURGEN DE LA DIFICULTAD: “LAS VIDES ESTABAN MUY DÉBILES, NO TENÍAN DEFENSAS”
Me sorprende y a la vez me encanta escuchar a alguien como Xavier Gramona hablar así de su nueva filosofía y enfoque de trabajo, futuro y respeto al medio ambiente. “El campo tenía que darnos lo que tenía que darnos”, sigue explicando, pero “hubo un accidente histórico, las sequías del año 1999, 2000 y 2001, que hicieron que nuestras vides estuvieran mucho más sensibles a las enfermedades”.
Como muchas veces en la vida, los cambios surgen de la dificultad: “Las vides estaban muy débiles, no tenían defensas” así que Gramona cambió su rumbo y empezó su nueva trayectoria a partir de la agricultura ecológica para más adelante abrazar la biodinámica.
“Hemos pasado unos años de un cierto sufrimiento, de admitir que los rendimientos son mucho más bajos y que dependes mucho más del clima, las cosechas son distintas y ya no hay la constancia de antes”. Escuchar a Xavier Gramona hablando de plantas felices nos transmite esperanza y felicidad, además de una sensación de plenitud gracias al aperitivo de quesos, jamón ibérico y pan rústico con aceite de oliva extra virgen que nos han servido al final de la actividad.
Sin duda una bodega a la que habrá que dar seguimiento y volver a visitar en unos meses.
Y antes de acabar, una recomendación para disfrutar de una copa de vino en silencio: PinoTeAmo, mi gran descubrimiento del día y un vino que sin duda me ha llegado al corazón. Un homenaje a las Pinot. Esta fue la primera variedad de uva que descubrí en la infancia, curioseando entre la colección de vinos de mi abuelo, y viendo cómo él sonreía cada vez que tenía un Pinot Noir de Nuits de Saint George en las manos.