Es innegable que Argentina es conocida entre los winelovers por su uva insignia, la Malbec. Vinos argentinos elaborados con esta variedad origen francés se introdujeron en las listas de vino de restaurantes de todo el mundo. Pero no es una variedad convertida en un fenómeno global lo que hace inconfundibles a los vinos argentinos, sino la influencia del paisaje. Lo descubrimos de la mano de Paz Levinson.
Amaia Soto
La manera de entender el territorio en los vinos argentinos es lo que ha llevado a poner rumbo a vinos cada vez más frescos y con menor graduación alcohólica.
Proyectos liderados por gente joven y con experiencia en otras zonas vitivinícolas, productores explorando los diferentes tipos de suelos y la búsqueda de altitudes más elevadas son algunos de los ingredientes que han impulsado este cambio de paradigma.
El enfoque de los vinos argentinos hacia el terroir, así como el crecimiento de subzonas como Gualtallary, Altamira y La Consulta – que se están ganando a pulso el respeto de la crítica a nivel internacional – subrayan lo mucho que merece la pena sumergirse más a fondo en todo lo que Argentina tiene para ofrecernos.
La diversidad de los vinos argentinos llama a la creación de proyectos igualmente innovadores como el que lidera Paz Levinson, Argentina Reloaded, que surge para divulgar sus bondades a través de experiencias gastronómicas únicas en distintas capitales del mundo.
Liderado por esta sumiller que ha sido considerada una de las mejores del mundo, y con el ambicioso objetivo de posicionar el vino argentino en el lugar que le corresponde, Argentina Reloaded quiere llevar los vinos de Argentina hasta los mejores restaurantes del mundo.
En qué consiste Argentina Reloaded de Paz Levinson
Se trata de un ciclo formado por catas y charlas con las que Paz recorrerá el mundo llevando consigo los mejores productores de Argentina. Para ello, ha elegido vinos altamente gastronómicos que, en su opinión, reflejan la transformación del vino argentino.
La selección incluye variedades no tradicionales, así como blancos y naranjas. Además de explorar distintos enfoques de la Malbec, que desafían la percepción que la mayoría tenemos de los tintos elaborados en el país.
Si te atreves a descubrirlos, aquí van algunas de las propuestas que más me han entusiasmado de la selección de Paz Levinson para Argentina Reloaded.
Concreto Malbec de Zuccardi
Hablar de vino argentino a menudo es hablar de Zuccardi, una de las bodegas más importantes del país. Actualmente liderada por Sebastián Zuccardi, que explora los matices de la variedad Malbec con este vino elaborado a partir de una selección de suelos calcáreos de las fincas que tiene la bodega en Paraje Altamira, Valle de Uco (Mendoza).
Monovarietal 100% Malbec, fermentado y envejecido en hormigón. Un vino amplio y de pureza indiscutible que sorprende por su gran estructura, verticalidad y mineralidad. Con aromas a fruta roja y negra madura, ciruela, balsámicos y hierbas.
Si lo encuentras algo reducido al principio, es por el uso del concreto durante su vinificación y posterior crianza, se abre mucho con el tiempo en copa. Pura expresión y frescura que podrás disfrutar a copas o maridado con prácticamente todo lo que se te ocurra.
Viñedos de Montaña Cabernet Franc
Autenticidad es la palabra que mejor puede describir los vinos de Riccitelli wines, que destacan por la particular manera en la que expresan el terroir.
Baja intervención, frescura y aromas primarios son las claves para comprender su gama de vinos. La bodega, fundada por Matías Riccitelli, está ubicada en Las Compuertas, la zona más alta de Luján de Cuyo.
Este tinto proviene de dos viñedos de montaña y pasa por 16 meses de crianza en barricas viejas de roble francés. Destacan los aromas primarios a especias, frutos rojos y ciertas notas herbáceas. Austero y con buena profundidad.
Pintom Subversivo Pinot Noir de Canopus
Este vino de Canopus es sinónimo de drinkability. Un rosado vibrante y honesto, de esos que hablan a gritos del terruño. Elaborado por Gabriel Dvoskin, viticultor de El Cepillo, Valle de Uco (Mendoza).
Su equipo trabaja con un enfoque biodinámico, con suelos heterogéneos, temperaturas extremas y vientos fuertes. Las claves para entender el carácter de sus vinos, en los que se expresan tanto la personalidad del viñedo como la de las personas involucradas en el proyecto.
Monovarietal de Pinot Noir que se elabora en tres partes. A una se le hace un prensado directo y posteriormente se fermenta en acero inoxidable. Una segunda parte, fermenta en tanque abierto de forma oxidativa. Mientras que la tercera parte, macera con sus pieles.
¿El resultado?
Un rosado con aromas a frutos rojos y hierbas. Lleno de carácter, con una acidez vibrante y taninos sutiles pero firmes que surge del gran amor hacía el viñedo.
Certezas de Michelini i Muffato
Elegir un solo vino de Michelini i Mufatto me ha resultado bastante complicado, y es que cada botella que sale de esta bodega familiar es puro arte.
Se trata de un proyecto de Gerardo Michelini, su esposa y enóloga, Andrea Mufatto y Manuel, el hijo mayor de ambos, también enólogo. Comparten una manera única de interpretar el entorno con el objetivo de mostrar la pureza, la mineralidad, la finura y la elegancia del terroir del Valle de Uco.
Finalmente, me he decidido por Certezas, un vino blanco monovarietal de Semillón que nace de una selección de viñedos viejos de 120 años de antigüedad a 1300 metros sobre el nivel del mar, plantados sobre suelos arenosos y arcillosos.
La mitad de las uvas se fermentan con pieles en fudres de roble de 1000 litros donde el vino madura con sus lías finas; luego se pasa a barricas de 500 litros para completar su crianza. Por último, se filtra suavemente y embotella.
Un vino redondo, con mucha concentración y muy mineral en el que destacan los aromas a flores, levadura, notas ahumadas, especiadas y un final largo.
El Enemigo Chardonnay
Ya hemos hablado anteriormente de los vinos de Alejandro Vigil. Esta vez se trata del monovarietal de Chardonnay procedente de viñedos situados a una altitud de 1.470 metros en la zona de Tupungato (Mendoza). Fermentado en barricas con levaduras autóctonas y con posterior crianza en las mismas.
Blanco con aromas a fruta de hueso, manzana madura, avellana tostada y pastelería. Un vino elegante, redondo y de textura cremosa, el equilibrio lo aportan una marcada acidez y salinidad. Perfecto para maridar con un queso cremoso de oveja o de cabra.
El Enemigo nace de la mano de Alejandro Vigil, considerado uno de los mejores enólogos del mundo por su visión creativa e innovadora. Su ingenio no pasó desapercibido para el bodeguero Nicolás Catena, que llegó a nombrarlo jefe enólogo de su bodega Catena Zapana.
Fue con su hija, Adrianna Catena, con quien Alejandro fundó Bodegas Aleanna, que dio origen al proyecto El Enemigo. Surge con el objetivo de elaborar vinos como se hacía antiguamente, frescos y de mínima intervención que transmitan las particularidades de cada terruño.
Finca Suarez Semillón
Todos los vinos de Finca Suarez se elaboran con uvas propias de sus fincas ubicadas en Paraje Altamira, Mendoza. Se trata del proyecto de Juanfa Suarez y su familia, que gracias a un trabajo muy preciso en el viñedo consiguen elaborar vinos que hablan de la zona montañosa de la que proceden, de sus suelos calcáreos y de noches frías.
Este blanco se elabora con Semillón procedente de sus fincas de Paraje Altamira, Mendoza, de viñedos de selección masal situados a 1100 msnm. Se vinifica en hormigón y una parte pasa por madera para lograr mayor amplitud en boca. Un blanco con mucha tensión, fresco y asombrosa mineralidad.
Torrontés Naranjo de Susana Balbo
La máxima expresión de la variedad Torrontés nos viene de la mano de Susana Balbo. Bodega familiar fundada por la propia Susana, la primera mujer enóloga de Argentina.
El proyecto cuenta con un equipo de trabajo que transmite pasión por todos sus poros y en el que todas las personas comparten los valores y la visión de su fundadora.
Un Torrontés de edición limitada, variedad que marcó la vida de Susana a inicios de su carrera en Salta, allá por los años 80.
Es un vino naranja o rosado, fermentado en ánforas de terracota en contacto con sus pieles, para luego terminar la fermentación en barricas de roble usadas y envejecer allí durante 12 meses. Lleno de carácter y complejo, con una mineralidad única, notas florales, aromas a melocotón y especias.