Mi visita a la finca de Valtravieso en Ribera del Duero refuerza el dicho «nada es lo que parece» o, lo que es lo mismo, «las apariencias engañan».
Enseguida aclaro la confusión: la mayoría de nosotros tenemos una idea de cómo son los de la Ribera del Duero, su estilo ocupa en nuestra mente lo que en marketing llamamos «territorio de marca «.
Un «territorio de marca» que en Ribera del Duero es un posicionamiento construido sobre vinos tintos de calidad, elaborados con tinta fina, tinta de toro, tinta del país o tempranillo (maneras diferentes de referirse a la misma variedad) y criados en barrica. Esa barrica que tiene presencia y marca el carácter del vino.
Y entonces llego a Valtravieso y su joven y creativo enólogo, Ricardo Velasco, me dice «¿quieres probar un tinto de Ribera del Duero sin barrica?». En este preciso momento ya se ha ganado toda mi atención.

La filosofía de Valtravieso va más allá de la tradición
En un páramo calizo de suelos pobres y poco profundos, donde el viento azota a diario y el agua escasea, el conocimiento técnico es imprescindible para lograr elaborar grandes vinos. Y aquí encontramos la magia de Valtravieso: la técnica y la creatividad se unen a más de 900 metros de altitud, envueltas en una filosofía consciente.
El que fuera elegido Joven Enólogo del Año por Tim Atkin MW en 2022 tiene claro que el suyo es un trabajo de equipo, apoyado plenamente por la propiedad de la finca. No hay innovación sin una mente creativa y un poco arriesgada, y en este equipo ese es el rol de Ricardo.
A medida que vamos recorriendo la finca «La Revilla» con el 4×4, descubrimos el origen de todo en Valtravieso. En el primer viñedo, por ejemplo, admiramos la resiliencia de sus vides, rebrotando tras una fuerte helada. En otro, nos invade el aroma de naranja, esencia natural usada en los tratamientos el oidio o el mildiu, enfermedades tan temidas en viticultura. Y antes de terminar la ruta conversamos con el responsable del campo, imprescindible también en el engranaje delicadamente diseñado para lograr los mejores resultados en botella.
Un paseo que sigue en la sala de barricas de la bodega, donde descubro lo que está por venir. Mi sorpresa va en aumento, lo confieso. Tras probar distintas añadas de los clásicos vinos que esperaba encontrar, Valtravieso Vino de Finca y Valtravieso Crianza, nos adentramos en la novedad.
Aquí descubro los vinos del proyecto El Manifiesto de Valtravieso, una serie experimental enfocada a investigar y crear vinos innovadores. Son microvinificaciones, combinaciones inusuales y minoritarias. Entre ellas, una que me ha gustado especialmente: El Manifiesto 04, albillo mayor de racimo entero que ha tenido una larga estancia en barrica y mayor proporción de lías. Elegante, envolvente, fresco en la entrada y con una cremosidad excepcional.

Los Viñedos Olvidados de Valtravieso
Los vinos que nacen de estos viñedos son los que tienes que buscar. Se originan en viñas muy viejas que son legado de antepasados y testigo de lo que un día fue, y que Valtravieso quiere convertir en protagonistas de lo que será.
Viñedos en distintas regiones de España, conservados por viticultores atados emocionalmente a su tierra, y que reflejan cómo era el cultivo tradicional de la vid: variedades autóctonas mezcladas entre sí, que resisten el paso del tiempo y de la impuesta modernidad.
Por ahora existen cinco vinos de la colección Viñedos Olvidados, repartidos en viñedos de Arlanza, Jumilla y Ribera del Júcar. Todos ellos me han encantado, si bien como buena amante de los blancos fermentados en barrica, Muniadona ha sido mi elección.
Muniadona, DO Arlanza
Un blanco complejo que nos traslada a Covarrubias, y que ha sido elaborado con base de Albillo Mayor y 8 variedades blancas más, perdidas en los viñedos centenarios de uva tinta que son vendimiados racimo a racimo.
Hay que asociarse al Club Catalia para poder comprarlo.

Cerro Cerezo, DO Arlanza
También en Covarrubias, esta vez nos acercamos a la margen izquierda del río Arlanza, en unas tierras salpicadas de cerezos. Ligero, fino, de amplitud justa, hay unas pocas botellas disponibles.
Encuéntralo en el Club Catalia
Las Mamblas Tinto de Villa, DO Arlanza
Un vino que nace a más de 1000 metros de altitud, con un marcado carácter atlántico y a la vez honesto. Una mezcla original de las variedades tempranillo ancestral con garnacha, bobal y mencía nacidas en el límite norte de Castilla y León.
Puedes comprarlo si eres socio del Club Catalia

Mil Cantos, DO Ribera del Júcar
Este vino nos traslada directamente a otra región y otro clima de España, la Ribera del Júcar en Cuenca. Un vino de bobal muy concentrado que se aligera con algunos toques de airén. Contundente y equilibrado, con final largo y tánico. Te gustará si habitualmente buscas vinos con mucha personalidad.
Encuéntralo en el Club Catalia
Pie Firme, DO Jumilla
Monastrell que nace en parcelas calizas de Jumilla. Pasa 20 meses en barrica francesa y foudre y tiene una estructura que lo hace perfecto para acompañar arroces, pasta y pescados grasos
Lo puedes comprar en el Club Catalia
* Contenido elaborado en colaboración con Valtravieso