Esther Ibañez
Hay una larga lista de razones para viajar a la Ribeira Sacra: muchos turistas la visitan por sus paisajes de vértigo, otros descansan en sus hoteles, algunos saben que en esta zona se haya la mayor concentración de edificios de estilo románico de toda Europa – como el Monasterio Sto. Estevo de Ribas de Miño que ves en la foto – y nosotros, como lo que nos mueve es el vino, hacemos de él el motivo principal de nuestro viaje.
En este hermoso paisaje gallego dibujado por el río Sil se ha elaborado vino desde hace siglos. Concretamente el que se elaboraba en Amandi era muy apreciado en la capital del Imperio Romano y fue el que dio fama a la región. Desde el año 1996 la producción vitícola de esta zona está amparada por una Denominación de Origen: DO Ribeira Sacra.
Bodegas como Guímaro siguen poniendo los vinos de esta zona en el mapa mundial vinícola, obteniendo muy buenas puntuaciones por parte de la crítica. Lo habíamos probado en otras ocasiones, pero en ningún lugar como en su propia cuna, el Guímaro Finca Meixemán nos había sabido tan bien.
Enoturismo en la Ribeira Sacra: paisajes de vértigo
Viajando por Ribeira Sacra no nos cansamos de asomarnos a los balcones de vértigo sobre el Sil para observar las vides (claro, lo nuestro son los vinos y donde hay vides, allí estamos :-) ). Aprendemos e incorporamos a nuestro vocabulario mientras estemos en Galicia la palabra “socalcos” que es el nombre que reciben en gallego estos balcones.
AL TRABAJO DE NUESTROS ANFITRIONES BODEGUEROS SE LE HA LLAMADO «VITICULTURA HEROICA» Y NOS CUENTAN CIENTOS DE ANÉCDOTAS QUE LO CORROBORAN. REALMENTE RECOGER LA UVA VENCIENDO LOS DESNIVELES ES UNA AUTÉNTICA PROEZA.
Visitamos otras pequeñas bodegas familiares y catamos sus vinos mientras escuchamos las historias de cómo se realiza la vendimia. Al trabajo de nuestros anfitriones bodegueros se le ha llamado “viticultura heroica” y nos cuentan cientos de anécdotas que lo corroboran. Realmente recoger la uva venciendo los desniveles es una auténtica proeza.
Cuando tras un día de turismo enológico activo llegamos a la terraza del Parador de Santo Estevo, buscamos relajarnos con una copa de vino en mano. Si es un tinto, será un monovarietal de mencía, pues nos reservamos para una cata las otras variedades como el brancellao, caiño, souson o merenzao.
Los blancos de godello son los más habituales y dejamos para otro momento los vinos de otras variedades minoritarias en Ribeira Sacra, como la treixadura o la dona branca. El Parador ocupa las gruesas paredes de un monasterio y es un punto de partida perfecto para conocer la zona.
Comer pulpo en cualquier bar de cualquier pueblo y que siempre esté delicioso da cuenta del nivel gastronómico de las poblaciones gallegas.
Navegando por el río Sil, copa en mano
Y a la mañana siguiente nos embarcamos en catamarán por el Sil, porque los viñedos se ven desde otra interesante perspectiva en plano contrapicado. La estela que deja nuestra embarcación sobre las quietas aguas del río encañonado, nos trae a la mente el nombre de una de las bodegas que hemos visitado: Ronsel do Sil.
Un pazo será otro de nuestros alojamientos: esta construcción típicamente gallega nos permite imbuirnos todavía más en el ambiente. Elegiremos entre el Pazo Barbeirón o en el señorial Pazo da Pena Manzaneda ambos en la llamada Terra de Trives.
Servirán de campo base para conocer una de las bodegas clave de la subzona Quiroga Bibei: hablamos de Dominio do Bibei. De los vinos que llevan la contraetiqueta de la DO Ribeira Sacra, los que se elaboran en esta bodega siempre han estado entre nuestros preferidos. Catamos un Lacima y un Lapena que estaban en su mejor momento.
Y como tantas otras veces, nos dejamos a propósito un par de lugares por ver para así tener la excusa perfecta para volver a la muy vinícola Ribeira Sacra.